De la marquetería de la calle María al Salón Real

04 feb 2021 | Noticias

Hablar de la Galera Real es hacerlo de la mayor galera de su tiempo y el buque insignia de Don Juan de Austria en la Batalla de Lepanto. Además, fue construida en Barcelona. Con ella, las potencias cristianas del Mediterráneo derrotaron al Imperio Otomano bajo el mando de Alí Pachá, allá por 1571. Hablar de su réplica, construida en 1971 para conmemorar el 400º aniversario de tal gesta, y que se encuentra en la sala Roger de Llúria del Museo Marítimo de Barcelona, es hacerlo, necesariamente, de Joan Ordóñez, un hombre hecho a sí mismo, un trabajador nato, un artista al que dijeron que nunca lo sería y cuya creatividad, persistencia y tesón lo convirtieron en uno de los marqueteros más importantes en Cataluña y España del siglo XX. Un verdadero maestro artesano.

El barcelonés Joan Ordóñez nació en 1929, en el mismo edificio que vivía la familia del cantautor Joan Manuel Serrat. Trabajador incansable desde niño, empezó a trabajar con 10 años. Primero, en una sastrería, que no tardó en abandonar, incapaz de levantar las pesadas planchas de hierro. Después, en la marquetería Puig, como aprendiz y chico de los recados. Sin embargo, su destreza pronto le hizo destacar, y el dueño de la marquetería le recomendó que cursara estudios de dibujo para lograr ser realmente bueno como marquetero. Duró en la escuela de artes y oficios “Llotja”, en la calle Hospital de Barcelona, apenas tres meses. No era buen dibujante. Tanto que uno de sus profesores llegó a decirle que podría ser muchas cosas en la vida, pero seguro que artista no. De ahí salió con la firme convicción de ser alguien en el mundo del arte. Y vaya si lo consiguió. Su trabajo tenaz le llevó, años más tarde, a abrir su propio taller de marquetería, en la calle María, número 6, que heredó su hijo Jordi y que se ha convertido en referente de marquetería, además de, desde 1994, en escuela taller para la enseñanza profesional del oficio. Su buena fama y la alta dificultad del trabajo llevó a los dueños del Museo Marítimo de Barcelona a contactar con él para que se encargara de toda la marquetería de la réplica de la Galera Real. Aceptado el encargo, en 1969, cuando la estructura de la réplica de la nave ya estaba lista, fue el turno de Joan Ordóñez. Tocaba decorar el Salón Real, que tiene forma de carroza y que era donde, en la nave original, el Rey pasaba tiempo con sus comandantes. La parte más noble de la embarcación necesitaba, por tanto, una decoración de lujo.

Constaba, tal y como relata su hijo Jordi Ordóñez, de 64 paneles de marquetería en el suelo interior con 23 rosetones de marquetería cada uno. Todo ello debía hacerse con maderas como Palo Rosa, Jacaranda, Coral y materiales como el nácar. También, 32 paneles, en forma de cruz, se situarían en la entrada al Salón. Las paredes del Salón Real se llenaron de diferentes motivos de batallas y escenas reales. De hecho, “hay miles de letras y pequeñas figuras”, relata su hijo. No en vano, todas estas escenas ocupan una superficie de 7,10 metros en cada uno de los dos laterales y 2,50 metros en la pared del fondo. Construir la réplica del barco insignia de la Batalla de Lepanto costó en total 8 millones de pesetas. Con 212 toneladas de peso, las dimensiones de la Galera son de 60 metros de eslora, 6,2 metros de manga y cuenta con 30 remos de 250 kilos cada uno a ambos lados de la embarcación. La obra de Joan Ordóñez en la réplica de la Galera Real despertó la admiración de propios y ajenos en las continuas visitas que recibía la nave. Su hijo recuerda como anécdota que aún son visibles los agujeros provocados por los zapatos de tacón de la Baronesa Carmen Thyssen en una de las múltiples visitas que allí se recibían. Tanto trajín de visitas sumado a un nefasto mantenimiento llevó a la dirección del Museo Marítimo de la ciudad condal a ponerse de nuevo, en 1988, en contacto con Joan Ordóñez para restaurar el suelo de marquetería de la entrada, trabajo que completó junto a su hijo Jordi, que en aquella época ya trabajaba en el taller. Éste, otros encargos, como la restauración del suelo en marquetería de la Casa Lleó i Morera, obra del modernismo catalán, y la multitud de donaciones hechas a Ayuntamientos, Diputaciones e Iglesia lo llevaron a ser galardonado con la Carta de Maestro Artesano. Propuesto por la Generalitat en reconocimiento a su dilatada trayectoria como artesano marquetero, recibió el diploma de mano del entonces Presidente de la Generalitat, Sr. Jordi Pujol. Fue el primer marquetero que recibió este título honorífico en la historia de Catalunya.

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