“Desde que me quedé ciego, el torno y la madera han sido mis mejores psicólogos”

12 dic 2020 | Noticias

El timón de la vida de Fran Ferrer, oscense afincado en Polinyà, viró dramáticamente en agosto de 2016, cuando tras notar una notable pérdida de visión, los médicos acabaron diagnosticándole una neuropatía óptica bilateral, que lo dejó, tan solo dos años más tarde, completamente ciego. Hasta entonces había compaginado su trabajo estable en una gasolinera con su gran pasión: la confección y venta de juguetes de madera en mercados medievales, que, debido a la ausencia de referentes familiares en el sector de la madera, había aprendido a construir de forma autodidacta. Entonces, tuvo que renunciar a todo.

“Ya con mi enfermedad diagnosticada, pero aún con un leve reflejo visual, me tocó despedirme de la venta en mercados medievales y me tuve que conformar con visitarlos. En una de esas visitas, a la Fira del Bosc i la Pagesia de Vallgorguina, conocí a un hombre que regentaba una parada de juguetes similar a la mía. Tras una hora hablando, sacó el torno y se puso a tornear una peonza. Fue en ese instante cuando decidí comprarme uno”, señala Ferrer.

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Tras la compra del torno, llegaron muchos encuentros de torneros, un sinfín de nuevos contactos y una creciente ilusión por aprender. “Contacté con un tornero barcelonés que daba clases de torno a grupos de 4 o 5 personas. Aceptó darme clases, pero a solas. Nos hicimos muy amigos”, explica Ferrer, de 48 años. En 2019, cada vez más integrado en el mundo del torno, a través de una asociación en la que participaba, le llegó la oportunidad de viajar a Brasil para una demostración de torno. Volvió convertido en Demostrador Internacional de Torno. “Este año tendría que haber viajado a Brasil, Argentina y Puerto Rico a diferentes demostraciones, pero debido al coronavirus se han suspendido”, lamenta.

Aunque reconoce que perder la vista ha sido un golpe duro y le ha costado varias visitas al psiquiatra, la mejor medicina ha resultado ser su trabajo con la madera. “El torno ha sido mi mejor psicólogo. Trabajar con un material como la madera me aporta muchísima tranquilidad. Mi mujer, cuando me ve nervioso, me manda al taller. Con eso lo digo todo”, ríe.

Ejemplo absoluto de superación que sorprende a propios y a extraños, Fran Ferrer compagina sus cursos en la ONCE con la visita diaria a su taller, donde desde hace unas semanas aprende a tallar cucharas a mano. Además, no se conforma con disfrutar únicamente de esta afición y quiere devolver al mundo de la madera todo lo que éste le ha aportado. Por ello, ha creado la primera Asociación de Torneros catalana, Virutas de Ilusión, a través de la que quiere enseñar a otras personas, invidentes o no, a tornear y a apasionarse por un mundo que a él le ha devuelto, literalmente, la ilusión por vivir.

Puedes acceder al anuario completo aquí.

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